En un instante

Tana Concepcion Grullon / En nuestra noche de gloria, el pasado miércoles, la prédica estuvo a cargo de nuestro Evangelista Fabricio Mina, quien nos llevó a un recorrido por la Palabra de Dios, tomando como base bíblica principal el evangelio según San Juan capítulo 5:1-9.
El panorama era el siguiente: se iba a celebrar una fiesta de los Judíos, a la cual, como tal, asistiría Jesús.
En su camino pasó por un estanque llamado en hebreo Betesda, adonde iban muchos enfermos, ya que de tiempo en tiempo descendía un ángel que agitaba las aguas y el que se metía primero, recibía sanidad. Allí se encontró con un paralítico, quien al entablar conversación le contó que tenía 38 años siendo paralítico, de los cuales muchos visitando ese lugar pero como no encontraba quien le ayudara a descender a las aguas, no había podido recibir su milagro. Jesús conocía toda esa historia, pues Él, todo lo sabe.
El que no sabía con quien se había encontrado, era el paralítico.
Es que Él llega para suplir la necesidad, y en un instante, cambia el panorama. En un instante, este hombre que llevaba tantos años esperando un milagro, fué sanado. Ese suplicio que le atormentó por tantos años, culminó en un instante.
Otro caso del que nos habló nuestro hermano Fabricio, se encuentra en Génesis 11:1-7, una historia muy conocida, en que los hombres tuvieron una conversación sobre construir una torre que llegara al cielo. Su intención era mezquina, llena de orgullo: hacerse poderosos, famosos.  Y dijo Jehová: “he aquí el pueblo es uno, y todos hablan un mismo lenguaje; y han comenzado  la obra, y nada le harás desistir ahora de lo que hab  pensado hacer”. Pero en el versículo 7, hay un cambio, pues ahí la conversación se hace en plural: “Ahora pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero”. Aquí hablaban los tres gigantes: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Un tercer caso que se trató en dicha prédica, fue el que encontramos en el libro de San Marcos, capítulo 2:1-5, el cual tambien se nos habla de un paralítico de Capernaum, quien fue llevado por cuatro personas, pero en este caso vemos la enorme fe de los que le llevaban, quienes no se detuvieron poque había una gran multitud que les impedía llevarlo hacia el Maestro, sino que en un instante abrierin un hueco en techo, y le bajaron hasta ponerlo delante de Jesús, y éste en un instante le sanó.
En un instante, Dios puede hacer un milagro, así como en un instante, puedes morir y si no has recibido al Señor, ya no tendrás esperanza.
Hoy todos quieren ministerios, pero antes hay que santificarse.
Una prédica que nos lleva a la reflexión.
El Señor continúe bendiciendo a nuestro hermano Fabricio, y dándole la valentía de hablar lo que Dios le da.